miércoles, 24 de febrero de 2010

El peor compañero que tuvo Michael Jordan

“You can’t teach height” La altura no se puede enseñar. Esta frase que hizo famosa Frank Layden tras draftear a Mark Eaton, aunque en la década de los ’50 ya la utilizó el entrenador de Duquesne Dudey Moore, bien puede resumir la historia deportiva de Eric Gingold.

En la última década hemos visto como año tras año aparecían por el draft varios jugadores cuyo principal mérito era medir más de 7 pies (2.13 metros). Nombres que en la mayoría de los casos eran prácticamente desconocidos e irrumpían con fuerza en la rumorología pre-draft, aprovechando ese aire de misterio que envuelve a los “prospectos europeos” que eran escrutados desde el otro lado del Atlántico. Estoy hablando de jugadores como los rusos Pavel Podkolzine o Ivan Chiriaev, el senegalés Mohammed Sene, el bosnio Nedzad Sinanovic o el propio Remon Van de Hare. Eso sí, el currículum previo en las canchas de éstos se asemeja al de Kevin Willis si lo comparamos con el de Gingold.

“Es lo más alucinante que he visto en mi vida. Voy al gimnasio y me encuentro a este chico de 2 metros largos anotando ganchos con la izquierda, con la derecha, metiendo tiros desde arriba de la zona, tiros libres sin fallo… era irreal, como si estuviese viendo una película. Incluso tuve que pedir que midiesen las canastas.”Dick Percudani, scout de los Phoenix Suns-

“Su altura es lo que te hace venir a aquí, pero sus habilidades te maravillan. Sólo hace 2 horas que conozco al chico y ya lo adoro”. –Bob Zuffelato, scout de los Toronto Raptors-

Aunque parece que hablasen del Ralph Sampson de Virginia, estas frases iban dedicadas a Eric Gingold, un pívot senior de 2,23 y 130 kilos con una trayectoria universitaria en el Williams College de la NCAA III que se puede resumir con estos números: 31 puntos y 36 rebotes en 30 partidos, o sea, una media de 1 rebote y 1 punto por partido. Por si las estadísticas no fuesen suficientemente demoledoras, también se podría destacar el detalle de los casi 2 años que hacía que Gingold no había jugado un partido. ¿Y qué hacían los ojeadores de una docena de equipos NBA viéndole? Lo dicho al principio: You can’t teach height. Pero profundicemos un poco más en su historia.

Con sólo una temporada de experiencia en High School, Gingold visitó sin suerte bastantes universidades de 1ª Division antes de enrolarse en el Williams College, escuchando lindezas del estilo de “Chaval, con esa altura debes ser realmente malo si nunca hemos oído hablar de ti”. Mucho más interesado en los libros de clase que en las canastas, apenas se levantó del banquillo en sus tres primeras temporadas, pero todo cambiaría cuando la célebre Sports Illustrated publicó un artículo sobre su equipo en noviembre de 1993. La frase de que Gingold se había convertido en el judío más alto de la historia del baloncesto universitario despertó la curiosidad del agente Larry Gillman, un auténtico “especialista” en hombres altos capaz de conseguir que Yinka Dare ganase casi 9 millones de dólares en su breve carrera NBA.

Anteriormente Gillman había sido entrenador en East Carolina, y no le costó mucho convencer a Gingold para que en el siguiente verano se pusiera a sus órdenes. Con un entrenamiento personalizado a razón de dos sesiones diarias la evolución a jugador aprovechable no tardaría en llegar, y moviendo un par de hilos consiguió que lo aceptaran en una universidad de las grandes como West Virginia, donde podría seguir mejorando en las próximas 2 temporadas.

Tras tres semanas jugando partidillos informales con sus futuros compañeros, lo que prometía ser una progresión interesante, se vio cortado de raíz el 2 de septiembre de 1996, cuando en la interestatal I-70 una furgoneta fuera de control impactaba contra su Pathfinder.

¿Voy a sobrevivir? ¿Volveré a jugar a baloncesto? fueron las primeras palabras que pronunció Gingold, cegado por su propia sangre, tras recuperar la conciencia al escuchar el estallido de la maquinaria que intentaba sacarlo del interior de aquel amasijo de hierros en el que se había convertido su coche. Casi un mes en cuidados intensivos, y después de superar 9 operaciones y 8 transfusiones de sangre en los siguientes 18 meses, milagrosamente Gingold pudo llegar a aquel entreno privado con los ojeadores. No había jugado ni un minuto siquiera en partido oficial, pero consiguió recuperar su fortaleza física superando todos los plazos que le habían puesto los médicos, y de la mano de los contactos de Gilliam se hallaba ante la gran oportunidad de su vida deportiva. Y en cierto modo la supo aprovechar.

A pesar de no salir elegido en el draft de 1996, consiguió hacerse un hueco nada más y nada menos que con los vigentes campeones, los Chicago Bulls. Tras una buena liga de verano, se ganó una nueva llamada cuando en octubre comenzó la pretemporada. De suplente de una universidad perdida en la NCAA III a codearse en los entrenos con Pippen, Jordan, Kukoc o Rodman, no estaba nada mal la evolución.

Su corte de la plantilla era cuestión de tiempo, pero debido a la gran cantidad de lesiones que tuvieron los Bulls no se produjo hasta después de haber comenzado la temporada. Tras un efímero paso por la CBA, aprovechando sus raíces hebreas su siguiente destino sería el Maccabi Tel Aviv, donde tuvo que formar una pareja de entrenos de lo más extravagante junto a Constantin Popa. Tampoco fue demasiado productiva su carrera israelí, y como muestra de ellos destacar sus estadísticas en Copa de Europa: 1 minuto y 1 rebote en un partido contra el Efes Pilsen.

En la siguiente temporada los Bulls volvieron a contar con él para las ligas de verano y la pretemporada con el mismo resultado, cortado en los últimos días de octubre. Tras otra breve estancia en la CBA decidió regresar a la facultad de derecho para continuar sus estudios. En 2001, con 28 años, decidió volver al baloncesto. Su nombre aparecía junto a los de Zaur Pachulia, Denis Marconato, Tskitishvili o Ermal Kugo en el listado del “Big Man Camp” que organiza la Benneton de Treviso. Después de un par de aventuras europeas en Rusia y Bélgica, e incluso una etapa final en Japón, Gingold decidió retirarse definitivamente.

Hoy en día, desde su despacho de abogado en New York o en alguna de sus esporádicas apariciones cinematográficas, podrá decir orgulloso: “Yo jugué con Michael Jordan en los Bulls de los ‘90”. Que le quiten lo bailao.

lunes, 22 de febrero de 2010

¿Quién dijo... (7)

... "No sé a qué jugamos, pero estoy seguro que no era baloncesto"

Glen Rice, jugador de los Miami Heat en la temporada 91-92. Rice fue uno de los actores principales en la que hasta hoy es la mayor paliza en la historia de la NBA: Cleveland Cavaliers 148 - Miami Heat 80.
Resultado muy sorprendente teniendo en cuenta que los Heat afrontaban el partido con un balance de 11-12, mientras los Cavs llegaron con la lección aprendida tras ver como Dallas les remontó una ventaja de 17 puntos en el último partido.

"Antes de este partido pensaba que la pena de muerte había sido derogada en California"

Dicho por un periodista anónimo que presenció el record anterior: Los Angeles Lakers 162 - Golden State Warriors 99. Al igual que pasó con los Heat, los Warriors no debían ser un sparring en aquel 19 de marzo de 1972. Pero a pesar de estrenar su condición de equipo-playoff, los Lakers de las 69 victorias hicieron su mayor exhibición anotadora por encima del 60% de acierto.

12 años atrás habría que remontarse para ver la marca que batieron los Lakers: Syracuse Nationals 162 - New York Knickerbockers 100. No he encontrado ninguna frase curiosa sobre este partido, pero simplemente con poner la fecha en que se disputó, los titulares salen solos: 25 de diciembre de 1960.

miércoles, 10 de febrero de 2010

¿Sabías qué... (7)

... Charlie Hentz fue capaz de romper 2 tableros en un partido?

El 6 de noviembre de 1970 los Carolina Cougars conseguían su primera victoria tras diez partidos de temporada en la ABA, pero quedaron eclipsaron por la exhibición de potencia del alero novato Charlie 'Helicopter' Hentz. Al principio del segundo cuarto con 35-35 en el marcador, se fue hacia la canasta y con un violento tomahawk a una mano arrancó de cuajo el aro, inundando la pista de cristales. La principal y casi única virtud de Hentz era su increible capacidad de salto, habitualmente bastante descontrolado. Su gran físico le había permitido salir en el draft de la American Football League.

Hubo que esperar uno hora hasta que llegase al Dorton Arena el recambio, una canasta con el tablero de madera contrachapada que consiguieron en un instituto cercano. Lo que nadie esperaba era que con el partido casi acabado, 122-107 a favor de los Cougars a 67 segundos del final...

"¡Oh, no, otra vez no!" se lamentaba el entrenador Jack McMahon cuando vio en la mirada de Hentz que estaba dispuesto a comerse (literalmente) otra vez la canasta. Y así sucedió. Llegados a este punto, árbitros y entrenadores decidieron que lo mejor era dar el partido por concluido.

Antes de acabar la temporada los Pittsburgh Condors cortaron a Hentz, que acabaría sin pena ni gloria su andadura profesional en la Eastern League. Menos mal que gracias a la noche de los tableros rotos décadas después aún seguimos acordándonos de él.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Quién dijo... (6)

... "Ni con una línea defensiva de 7 jugadores y 4 de ellos linebackers de la NFL habríamos podido con él. ¿Cómo podíamos haberlo parado? Tal y como ha jugado hoy la única manera sería que un caza F103 hubiese bombardeado el Oakland Arena"

John MacLeod, entrenador de los Phoenix Suns durante 14 temporadas (1973-1987).

La frase data de la temporada 1975-76, y aunque la pista del Oakland Arena parece indicar que se refiere al legendario Rick Barry, el protagonista merecedor de placajes y fusilamientos fue el escolta Phil Smith. No era nada habitual este tipo de exhibiciones por parte de Smith. Tras una temporada rookie saliendo desde el banquillo y aportando su granito de arena para el que sigue siendo el único anillo de los Warriors, en su segunda temporada conseguiría un puesto de titular.

Hasta aquel 8 de enero de 1976, el record de anotación de Phil Smith eran 27 puntos, pero en este partido contra los Suns se fue hasta los 51, con una magnífica serie de 20-27 tiros y 11-14 tiros libres. MacLeod puso sobre él a todos los exteriores de su plantilla, pero no había nada que hacer. Durante la segunda parte Smith llegó a encestar 13 tiros sin fallo, y consiguió anotar 16 puntos seguidos para su equipo en menos de 4 minutos. Su media en la temporada era de 15, y el día anterior también contra Phoenix sólo tiró 7 veces para un total de 8 puntos. Para mayor delirio en los graderíos, casualmente aquel partido había sido declarado como "Phil Smith Poster Night" y todos los jóvenes habían recibido un poster suyo a la entrada del pabellón.

Este hito hizo que se uniese al poker histórico de Warriors capaces de llegar al medio centernar de puntos: Joe 'Jumpin' Fulks, Neil Johnston, Wilt Chamberlain y Rick Barry. En la siguiente temporada, aprovechando una expulsión de Rick Barry por 2 técnias, Phil Smith volvió a anotar 51 puntos, esta vez contra los Houston Rockets. Precisamente en estos 2 años alcanzó el reconocimiento de la liga al ser elegido para los All-Stars Games de 1976 y 1977. Su carrera se vio frenada prematuramente por una lesión en el talón de aquiles en 1979, que nunca más le dejó volver ser aquel escolta infalible que saco de quicio a John MacLeod.