miércoles, 25 de noviembre de 2009

El Milagro de Chaminade





La historia del baloncesto está repleta de grandes hazañas, equipos inferiores sobre el papel que acaban derrotando a los favoritos. En los últimos tiempos todos recordamos al Limoges de Boza Maljkovic, el Angolazo de los JJOO de Barcelona o algunos desastres de los mal denominados Dream Teams NBA.
La NCAA por supuesto también tiene su hueco entre este grupo de sorpresas, y hoy os presentamos una de ellas: El Milagro de Chaminade.

Nos situamos en diciembre de 1982. La universidad de Virginia es uno de los grandes dominadores de la NCAA gracias a un jugador que estaba llamado a revolucionar el mundo del deporte de la canasta: Ralph Sampson. En las dos últimas temporadas Sampson había sido elegido por unanimidad como el mejor jugador universitario, la versatilidad que atesoraba a lo largo de sus más de 2.20 metros era algo nunca visto.
Por todos estos motivos, iniciaba su campaña de senior con el único objetivo de conseguir un campeonato que se le había resistido en los 3 años anteriores.

La temporada comenzó a la perfección. Tras el primer mes de competición, los Cavaliers habían conseguido ocho triunfos en otros tantos partidos, y encabezaba con comodidad todos los ránkings. Además sus víctimas no habían sido meras comparsas, con victorias como visitante en la cancha de Duke o contra la mismísima Georgetown de Pat Ewing que acababa de ser subcampeona la temporada anterior.
El broche a este inicio de temporada lo puso una victoria contra los Phi Slama Jamma en una gira en Tokio. Si ya era difícil derrotar a un equipo donde brillaban Akeem (sin h) Olajuwon y Clyde Drexler entre otros, más mérito tuvo teniendo en cuenta que Sampson se quedó en el hotel con una pulmonía.

Con este prometedor panorama, y tras los dos partidos disputados en Japón, Virginia se presentaba en Honolulu, Hawai, para jugar en vísperas de la navidad contra Chaminade, una pequeña universidad con 7 años de historia que pertenecía a la NAIA y contaba con tan sólo 900 estudiantes.
Los locales también habían tenido un buen comienzo en su competición, incluyendo una victoria histórica frente a la universidad de Hawai de la primera división de la NCAA, pero unos días antes de la llegada de Virginia habían perdido frente a Wayland Baptist.
Su entrenador, Merv Lopes, resumía el objetivo del partido que les iba a enfrentar a los Cavaliers en una frase: “Si conseguimos que nos ganen por menos de 20 puntos será una victoria moral para nosotros”

De todas maneras se esforzaron al máximo para preparar el partido, llegando a subir a un jugador encima de una silla en los entrenamientos para simular el ataque frente a Ralph Sampson, y además tenían un arma secreta: Tony Randolph. Este pívot que rondaba los 2 metros creció en Staunton, Virginia, y coincidió durante su etapa de instituto en 6 ocasiones con el Harrisonburg High School de Sampson, donde lograron crear una gran rivalidad.

“Crecí con Sampson y lo conozco muy bien. Eran nuestros principales adversarios en el instituto. Me preocupaba que hubiera cambiado, pero seguía como siempre, aunque ahora jugaba mucho más físico. Sabía que no podía aguantarle por dentro, así que lo llevé fuera de la zona y me dejó que tirase con comodidad desde 5-6 metros.”

Estas eran las palabras de Tony Randolph después del partido, tras anotar 19 puntos en una serie de 9-12 en tiros, frente a un Sampson que ya había superado la pulmonía que le impidió jugar en Japón.

Chaminade salió a jugar con mucho respeto, intimidados por la reciente victoria de Virginia en Houston. Pero poco a poco fueron haciendo su juego y reduciendo la desventaja hasta el 43-43 que reflejaba el marcador al descanso.

La segunda parte empezó con cortas ventajas de los Cavaliers, que no conseguían desembarazarse de su correoso rival. A medida que pasaban los minutos el marcador se volvía a igualar, hasta que en una jugada clásica de los de Chaminade, Mark Rodrigues lograba conectar un alley-oop con el escolta Tim Dunham, que con tan sólo 6 pies de altura consiguió volar por encima de Sampson.
Esta canasta ponía el 64-62 a favor de los locales, y el público del Blaisdell Arena enloquecía.

Tras intercambiar canastas durante varios ataques, Randolph conseguía el 70-68 y Chaminade entraba en el último minuto con ventaja y posesión. Virginia no tenía más remedio que cometer faltar para conseguir una remontada que nunca llegó. Las muñecas de los héroes locales no temblaron y consiguieron imponerse 77-72.

Obviamente el partido no había sido televisado, y la única reseña que llegaba a los medios de información ya pasada la medianoche era el resultado: Virginia 72 – Chaminade 77.
Todo el mundo pensaba que se trataba de un error. El presentador del programa SportsCenter de la ESPN se negó a dar el resultado cuando se lo pasaron en una nota.
“Nos quedamos boquiabiertos. Nadie había oído hablar nunca de Chaminade, así que les pedía a mis compañeros que lo volvieran a comprobar”
Muchos periodistas llamaron a las oficinas centrales de Nueva York de la Associated Press, la principal agencia de noticias del país. Todos preguntaban lo mismo “¿A qué universidad de Virginia han ganado?. ¿Virginia Tech, Virginia Union?”

Horas después los titulares de prensa eran claros:

“La victoria más improbable de la historia del baloncesto universitario”

“Virginia, Chaminade existe”

En los meses posteriores al partido Virginia se recuperó para acabar con un balance final de 29-5, perdiendo de un punto en la antesala de la Final Four frente a North Carolina State, que a la postre acabarían siendo los campeones.

Por su parte, Chaminade perdió contra South Carolina-Spartanburg en el torneo final de la NAIA, pero nadie recordará este dato. El partido que pasará a la historia es el del 23 de diciembre de 1982, que sirvió para dar a conocer a todo un país que existía una pequeña universidad llamada Chaminade y que permitió la creación del Maui Classic, uno de los torneos más prestigiosos de la NCAA que desde 1984 acoge a muchos de los mejores equipos de la competición.
































---Historia redactada en octubre de 2005 para la sección 'Conoces a...' del programa de radio Basketaldia---

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Sabías qué... (3)


... Julius Erving jugó dos partidos junto a Pete Maravich en los Atlanta Hawks?

La trayectoria de Julius Erving se podría resumir a grandes rasgos con 4 nombres: Massachussets (NCAA), Virginia Squires (ABA), New York Nets (ABA) y Philadelphia 76ers (NBA), pero aunque fuera en un rincón pequeñito debería aparecer con un asterisco el nombre de los Atlanta Hawks.


Resulta que en el verano del ’72, después de su temporada de novato en la ABA con Virginia, el Dr. J firmó un contrato con los Atlanta Hawks de la NBA. Posteriormente participaría en 2 partidos de exhibición contra equipos de la ABA. En el primero contribuyó con 28 puntos y 18 rebotes para superar a los Kentucky Colonels 112-99, y una semana después haría un 14-15 en tiros de campo (32 puntos en total) en la victoria sobre los Carolina Cougars 120-106.
En estos 2 partidos también jugó el base estrella de los Hawks Pistol Pete Maravich, del que Julius Erving guarda un grato recuerdo: “Jugar con Pete ha sido uno de los mayores placeres de mi vida. Con él estarías jugando horas y horas sin parar. De hecho, si lo tenías como compañero necesitabas quedarte con él después de los entrenamientos para llegar a conocer su juego”



Una vez llegados a este punto, y como seguramente ya habréis supuesto, un grupo de jueces declaró que la situación contractual de Erving en los Hawks era irregular y le obligó a regresar a la ABA con los Squires, con los que aún tenía 3 años de contrato. Además en el draft de 1972 (su teórico año de senior universitario) los Milwauke Bucks lo habían elegido, así que su estancia en el estado de Georgia fue un efímero sueño de verano.

     

-Publicado originalmente en diciembre de 2004 en enCancha.com-

miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿Quién dijo... (2)

 ¡Uff, menos mal! Pensaba que era uno de mis jugadores.
Don Nelson salió extrañado de su oficina y miró hacia la cafetería del equipo, donde Steve Beebe (miembro del equipo de estadísticas de los Mavs) estaba con su niña de año y medio que asustada con tanta gente había comenzado a llorar desconsolada.



Dirk Nowitzki, Steve Nash, Michael Finley, Shawn Bradley, Cedric Ceballos, Robert Pack, Bruno Sundov, Gary Trent... la lista de candidatos es muy larga.

martes, 3 de noviembre de 2009

Cliff Barker: Del cielo al infierno… y vuelta a empezar


Para cualquier jugador de baloncesto que haya ganado 2 títulos universitarios, el mes de marzo debería ser un mes mágico, pero hay cosas que nunca se podrán olvidar, como aquel marzo de 1945, o aquel otro de 1949.

Clifford Eugene Barker nació en Yorktown, Indianapolis, en 1921. Con el paso de los años se convertiría en un joven atlético de 1.90 de altura con una gran facilidad para los deportes, destacando fundamentalmente en el baseball, llegando a participar a principios de la década de los 40 en ligas menores con los Salem Senators o los Boise Pilots. Pero como predica el dicho de tierras hoosiers el baloncesto es un deporte en 49 Estados… pero en Indiana es mucho más que eso. Fue en 1942 cuando Barker recibió la llamada del deporte de la canasta, acudiendo a la vecina Kentucky para formar parte del equipo freshman del programa que dirigía nada más y nada menos que el legendario Adolph Rupp.

Pero la estancia de Cliff Barker en Kentucky se vio interrumpida inminentemente por su llamada a filas. En plena Segunda Guerra Mundial su patria lo reclamaba, y le tocaba cambiar el parquet y los balones del Alumni Gymnasium por los mandos de su bombardero B-17 para sobrevolar tierras europeas. El 30 de enero de 1944 el avión del sargento Barker era derribado por las tropas alemanas, pero aunque tuvo la suerte de que el paracaídas le permitió sobrevivir a un salto de más de 8.000 metros, no pudo evitar que comenzasen los 16 meses más largos de su vida.

Y es que la estancia en los Stalag Luft se podía calificar con muchos epítetos, a cada cual más desagradable. Se trataban de campos de concentración donde iban a parar los prisioneros de guerra, principalmente americanos y británicos. Su primer destino fue el Stalag Luft VI, el más septentrional del entonces llamado Imperio Germano, situado muy cerca de la actual ciudad lituana de Silute. Allí permaneció Barker hasta julio de 1944, cuando un aproximamiento de las tropas rusas provocó que la mayoría de prisioneros (los que tuvieron la suerte de no ser disparados) fuesen en tren hasta el Stalag Luft IV situado en Tychowo, Polonia.


Neumonía, difteria, pelagra (falta de vitaminas), diarrea, tuberculosis, tifus, etc., eran parte del vocabulario diario del campo de concentración. Sin llegar a estar en unas condiciones extremas, con el paso de las semanas se iba haciendo cada vez más difícil la supervivencia. Cada uno intentaba evadirse de aquel horror a su manera, y Cliff Barker tuvo la fortuna de que la ayuda humanitaria de la Cruz Roja le proporcionara una pelota de volleyball, que desde aquel momento se convertiría en su bien más preciado. Con élla, comenzaría a perfeccionar el manejo del balón y el pase durante horas y horas a lo largo de aquellos interminables días.

“Tenías que buscar algo que hacer antes de acabar enloqueciendo” –Cliff Barker, Sports Illustrated, diciembre 1968- 


Entre bote y bote de balón llegaría 1945. Las cosas no marchaban tan bien para el ejército de Hitler. Las Tropas Aliadas avanzaban cada vez con más fuerza, y se tomó la decisión de que los prisioneros de guerra se marcharan hacia el Este. Lo que debería haber sido un desplazamiento de 2 ó 3 días, acabaría convirtiéndose en Las Marchas de la Muerte. Antes de iniciar el camino, los prisioneros cargaron sus espaldas con todo lo que pudieron recoger de los últimos paquetes de la Cruz Roja, aunque no tardarían mucho en arrepentirse y comenzar a soltar lastre. El invierno de 1945 fue uno de los más duros del siglo en aquella zona. Durante los meses de febrero y marzo las temperaturas estuvieron bien por debajo de los 0º, llegando a descender hasta los -25. El físico estaba al límite. Caminando en zig-zag entre 20 y 40 kilómetros a diario, durmiendo muchos días a la intemperie con las mantas que cada uno podía llevar en su petate, bebiendo agua de las acequias o directamente masticando nieve, y comiendo… mejor ni entrar en detalles con la comida. Se calcula que la gran mayoría perdió en este trayecto un tercio de su peso, entre 20 y 30 kilos. Los más débiles (unos 1.300 de 6.000 que iniciaron la marcha) se quedaron en el camino, ajusticiados a golpe de bayoneta.

El punto final llegaría el 4 de mayo de 1945, días después del suicidio de Hitler. Los prisioneros fueron liberados en la región germana de Luneburg Heath.

Muchos de aquellos supervivientes sufrieron secuelas físicas y psíquicas que condicionaron el resto de sus vidas, pero no fue el caso de Cliff Barker, que pronto continuó su carrera deportiva. En la primavera de 1946 ya había vuelto al diamante del baseball, jugando de nuevo de catcher y bateador con los Boise Pilots, paso previo a su regreso definitivo al baloncesto.

Comenzaba la temporada 1946-1947 para la universidad de Kentucky. Al grupo de jóvenes prometedores que acababa de ganar el NIT (National Invitation Tournament) formado por Alex Groza, Ralph Beard, Wah Wah Jones y Joe Holland se uniría Barker, un sophomore bastante peculiar de más de 25 años.

El entrenador Adolph Rupp se quedó sorprendido de la evolución que había tenido Barber con el manejo del balón, y desde el primer día se hizo con el puesto de base. Un base de los de la antigua usanza, poco anotador, pero excelso director de juego. Llegó a compartir elogios en prensa con el propio Bob Cousy, que estaba jugando en Holy Cross, en cuanto a su creatividad y efectividad a la hora de dar pases definitivos.

Ni el más optimista de los aficionados de los Wildcats habría pensado que estos jugadores iban a consolidarse como una de las mayores dinastías de la universidad, sólo igualados por la generación de finales de los ’90. Los números son demoledores: Un balance de 100 victorias y 7 derrotas a lo largo de las 3 temporadas, sin perder ningún partido como local. Ganaron la liga regular y los playoffs de la SEC (SouthEastern Conference) cada año, y a nivel estatal se llevaron sendos títulos NCAA en 1948 y 1949. Sólo tuvieron 2 derrotas dolorosas. La primera de ellas en la final del NIT de 1947 donde fueron derrotados 45-49 por Utah, una universidad que tenía 3 futuros NBA, incluyendo a Wat Misaka, el Yuta Tabuse de la década de los ’40 que merece un capítulo aparte. El segundo objetivo que se les escapó en marzo, fue conseguir el doblete en 1949 tras perder sorprendentemente en 1ª ronda del NIT contra Loyola, en un duelo de cabeza de serie #1 contra el #16.

Además en 1948 tuvieron el honor de ser elegidos para formar parte del equipo americano que ganaría el oro en los Juegos Olímpicos de Londres. En los trials se deshicieron de las universidades de Baylor y Louisville antes de caer en la final contra los Phillips Oilers, un equipo profesional de la ABL (American Basketball League). La plantilla final para el torneo estuvo formada por los quintetos de Kentucky (incluyendo a Cliff Barker) y de los Oilers, junto a alguna estrella universitaria como Vince Boryla o Don Barksdale.


En marzo de 1949 llegaba el final de la andadura universitaria para el Fabulous Five de Kentucky. Barker, con dos menciones en el All-American en su haber, siempre había estado a la sombra de sus compañeros a la hora de acaparar titulares, pero para el último partido en el Alumni Gym se reservó una gran sorpresa en forma de canasta desde la linea de tiros libres rival en el último segundo que provocó el delirio entre los casi 3.000 aficionados que abarrotaban las gradas. Hoy en día sigue siendo el record del equipo.

 
No desperdiciaron el tiempo para dar el salto al profesionalismo. De la mano del periodista local Babe Kimbrough se fueron de gira de partidos de exhibición (barnstorming) por los estados vecinos. Mientras tanto, en el horizonte, tras la fusión de las 2 grandes ligas (NBL y BAA) se veía el nacimiento de la NBA. La nueva competición iba a tener un gran número de equipos, y el tema económico era prioritario para conseguir la supervivencia de muchos de éllos. Con esta premisa, Ike Duffey, ex-presidente de la NBL, puso el dinero sobre la mesa ofreciendo al Fabulous Five la oportunidad de ser protagonistas, dentro y fuera de las pistas, de la franquicia de Indianapolis. Aunque Beard o Groza podrían haber ganado más dinero en otros equipos, la posibilidad de seguir jugando juntos era irrechazable. Además, los jugadores eran los co-propietarios del equipo, y no tuvieron dudas a la hora de ‘fichar’ a su técnico: Cliff Barker fue el elegido. Sus compañeros siempre le consideraron el cerebro y el sostén de Kentucky. Tampoco fue muy difícil completar el nombre del equipo, los Indianapolis Olympians, en honor a su experiencia londinense del año anterior.

Era normal que el resto de equipos tuviese un plus de motivación a la hora de jugar contra los Olympians. Querían demostrarles que no tenían nada que hacer en una liga profesional, incluso los propios periodistas afirmaban que jugadores como Holland, Jones o el propio Barker no habrían tenido sitio en cualquier otro equipo de la NBA.
Poco tardaron en despejarse estas dudas. El 1 de noviembre comenzaron la temporada con una victoria en casa 71-64 frente a los Denver Nuggets. Barker decidió que el Fabulous Five saliera de titular, demostrando que estaban capacitados al anotar entre ellos 40 de los 71 puntos. Los que estaban llamados a ser la cenicienta de la competición acabaron con un balance de 39-25 siendo los vencedores de la Western Division (una de las 3 divisiones junto a la Central y la Eastern). Tras vencer a los Sheboygan Redskins en 1ª ronda de los Playoffs, cayeron en finales de conferencia frente a los Anderson Packers. Sin lugar a duda la temporada había sido un éxito, principalmente porque a diferencia de otros 6 equipos que desaparecieron, los Olympians siguieron jugando en la NBA. Los mismos periodistas que se mofaron de ellos, ahora se deshacían en elogios a su juego y a la proyección de Cliff Barker en los banquillos.

Con esta reducción de equipos, el talento se concentró en los más poderosos, y los Olympians tuvieron más problemas. Con un balance de 31-37 finalizaron cuartos en el Oeste, y perdieron 2-1 en 1ª ronda de Playoffs contra los Minneapolis Lakers de Mikan. Wah Wah Jones, con una lesión en el tobillo, sustituyó a Barker como entrenador en los últimos partidos de la temporada. Los jugadores querían que su base se concentrase en la pista para aquellos partidos decisivos. Y esta misma idea es la que tenían en mente cuando ficharon en el verano de 1951 a Herm Schaefer para que se convirtiera en el primer entrenador a tiempo completo de los Olympians, pero el 20 de octubre, un par de semanas antes de que empezara la liga, sus vidas cambiarían para siempre.

Las investigaciones que estaba llevando a cabo la fiscalía del distrito de New York sobre el escándalo de los partidos amañados en el baloncesto universitario salpicaron esta vez a tres nombres propios de los Kentucky Wildcats: Las 2 estrellas Alex Groza, Ralph Beard y el ex-capitán Dale Barnstable; y sobre un partido en concreto, aquella “sorprendente” derrota por 11 puntos en 1ª ronda del NIT contra Loyola (16º cabeza de serie). En ese momento se despejaron muchas dudas.

“Desde el principio del partido les faltó ese punto de energía que caracteriza su juego, y fueron incapaces de sumar suficientes puntos para ver el final del tune. Una y otra vez tiraban sin confianza y el rebote siempre acababa en manos de los Ramblers. Parecía que siempre estaban en el lugar equivocado cuando la pelota salía escupida de la canasta” -Babe Kimbrough, Lexington Herald, 15 de marzo de 1949-

Los jugadores negaron su culpabilidad en primera instancia, pero tras enfrentarlos con la versión de Nat Brown y Nick 'El Griego' Englisis (los 2 corredores de apuestas inculpados) reconocieron haber recibido cada uno 500$, una cantidad importante si la comparamos con los 25 centavos que pagaron los espectadores del Madison Square Garden por ver los 2 partidos de aquella jornada del NIT, pero muy insignificante si la equiparamos con los miles y miles de dólares que se moverían entre bamabalinas. Cliff Barker y Joe Holland también estuvieron en comisaría, pero quedaron en libertad sin cargos… pero sólo de cara a la policía, el mundo de la canasta ya les había juzgado por anticipado. Un puñado de dólares había conseguido poner fin a una historia que ni una guerra mundial pudo detener.

Después de que se confirmara el arresto de Groza y Beard, la NBA fue implacable y no dudó a la hora de expulsarlos de por vida de su competición. A pesar de perder a sus 2 All-Stars, la temporada no fue tan negativa como era de preveer, y los Olympians consiguieron la 3ª plaza del Oeste (34-32) antes de caer eliminados de nuevo en Playoffs 2-0 frente a los Minneapolis Lakers. Cliff Barker y sus compañeros Holland y Jones curiosamente se convirtieron aquella temporada en los 3 jugadores con menor participación en el equipo. Poco después acabarían vendiendo sus acciones de la franquicia, y en el verano del '52 anunciaban su retirada de la NBA con 31, 27 y 26 años respectivamente. Que cada cual saque sus conclusiones. Una temporada más tarde, tras un balance de 28-43, desaparecerían para siempre de la NBA.

Más adelante nadie se acordaría de Cliff Barker para entrenar de nuevo en la NBA. Al menos se reconocieron sus méritos en 2 ocasiones. En 1979 ingresó en el Hall of Fame (Salón de la Fama) del baloncesto de Indiana, y en 1995 en el Hall of Fame de los deportes de la universidad de Kentucky.

Como entrenador pasaría por varios High Schools de Indiana, Kentucky e incluso Florida, donde fijó su residencia hasta su muerte en marzo de 1998, días antes de que los chicos de Tubby Smith consiguiesen el hasta hoy último título de la NCAA en la historia de los Wildcats.